El Grupo LEGO® es una compañía privada con sede en Billund (Dinamarca), fundada en 1932 por Ole Kirk Kristiansen y en la actualidad propiedad de Kjeld Kirk Kristiansen, nieto del fundador. El nombre LEGO® es la abreviatura de dos palabras danesas: “leg godt”, cuyo significado es “jugar bien”. Si bien la compañía desarrolla diversas líneas de negocio que incluyen videojuegos, producción audiovisual y parques temáticos, el ladrillo LEGO® es su producto más importante y el motivo por el cual han recibido dos veces el galardón de “juguete del siglo” (1).

Las piezas y minifiguras LEGO® han mostrado su utilidad y beneficios más allá del juego y el entretenimiento. Se han integrado y documentado en procesos muy diversos tales como resolución de problemas, desarrollo de habilidades sociales, mapeado de riesgos, enseñanza de diversas disciplinas, diseño de servicios, gestión de la innovación, arquitectura, robótica o tratamiento terapéutico, con especial énfasis y desarrollo en el ámbito de los trastornos del espectro autista.  En nuestra opinión esto es así por la potencia que tienen  los ladrillos y minifiguras como objetos intermediarios. Un objeto intermediario es “un facilitador de la comunicación o, de un modo más amplio, un objeto que facilita o modifica la comunicación entre personas” (2). Como objetos intermediarios que aportan un lenguaje simbólico, alternativo al verbal y al gestual, los ladrillos tienen la fuerza de la variabilidad que le dan los cientos de piezas diferentes y la variabilidad que le dan unas elevadísimas posibilidades de combinación: con 6 piezas de 4×2 se pueden producir 915 millones de combinaciones diferentes.

Como objetos intermediarios portadores de un rol, las minifiguras facilitan el reconocimiento de fortalezas, debilidades, miedos y deseos  propios con y en un objeto externo, facilitan la comunicación y simulación de conductas entre diferentes personas, facilitan la construcción y reconstrucción de historias, etc.

Y aquí está el ejercito que nos ayuda en los talleres de escenas y roles temidos y deseados. No van todos a todas las actividades.

Seguimos un procedimiento específico para seleccionar 12-15 minifiguras para cada ocasión y grupo de personas.

Esto permite que las personas participantes puedan mirar, tocar y conectarse con las minifiguras sin dispersarse y que mantengan mejor el el foco interno y externo en las consignas de trabajo.